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Vicente Suárez, el centinela de la entrada al Castillo de Chapultepec

Actualizado: 16 sept

Con sólo 13 años, el poblano hizo frente al ejército de Estados Unidos aquel 13 de Septiembre de 1847


por Redacción

Puebla, Méx. (Quinceminutos.MX). -José Vicente de la Soledad Suárez Ortega nació el 13 de abril de 1834 en Xochitlán, Puebla, un pequeño poblado enclavado en las montañas de la Sierra Norte, que hoy lleva su nombre en honor a su memoria. Hijo de Miguel Suárez, militar y primer ayudante de caballería, y de María de la Luz Ortega. Creció en un ambiente donde el valor y el patriotismo eran parte fundamental de la vida cotidiana.


Desde muy joven, Vicente Suárez mostró un espíritu resuelto, lo que lo llevó a ingresar a la segunda compañía de cadetes en noviembre de 1845. El Colegio Militar, ubicado en el Castillo de Chapultepec, se convertiría en su hogar, donde recibió una formación rígida y disciplinada.


La paz que había reinado en México pasada la Guerra de Independencia comenzaba a desmoronarse ante la creciente amenaza de una invasión extranjera. Dos años más tarde, en 1847, la guerra con Estados Unidos estaba en su punto más álgido, y el destino de Suárez y de otros jóvenes cadetes quedaría marcado para siempre en la Batalla de Chapultepec.


La madrugada del 13 de septiembre de 1847, las tropas estadounidenses comenzaron el asalto al Castillo de Chapultepec. Vicente Suárez, apenas con 13 años, fue uno de los cadetes que se lanzó a la defensa del baluarte, dispuesto a dar su vida por su patria.


Según testimonios de sobrevivientes como Tomás Cuéllar e Ignacio Molina, Suárez era uno de los alumnos más jóvenes y pequeños del Colegio. Delgado y de complexión frágil, fue asignado a la segunda compañía. A pesar de su corta estatura y aparente fragilidad, los relatos lo plasman como un joven de carácter firme y una valentía que lo distinguía entre sus compañeros.


Tomás Cuéllar, uno de los combatientes que logró sobrevivir, recordó aquellos momentos cruciales en los que el fuego de fusilería resonaba por todo el Castillo. Relató cómo, en medio del caos, se encontraba combatiendo en la glorieta del mirador cuando vio a Vicente Suárez correr hacia el enemigo.


"Fue entonces cuando una detonación sobre mi cabeza me hizo volver la cara, el enemigo estaba ya a unos cinco pasos. En eso, vi correr a Suárez con su pequeño fusil en las manos al tiempo que el primer soldado estadounidense bajaba la escalera", según el relato de Cuellar.

A pesar de la inminente superioridad de los invasores, Suárez no retrocedió. En un acto de coraje, se enfrentó cuerpo a cuerpo con el primer soldado estadounidense que bajaba por la escalera.


Mientras sus compañeros se ponían a salvo, el cadete poblano mantuvo la batalla contra el enemigo por un corto tiempo, y aunque nadie vio morir a Suárez, se cree que fue capturado y abatido por el enemigo casi en el acto.


El sacrificio de Vicente Suárez, junto con el de otros cadetes como Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca y Juan Escutia, quedó grabado en la memoria colectiva de México. Ellos, conocidos como los Niños Héroes, lucharon con valentía hasta el final, defendiendo la recién lograda libertad de la patria.


La derrota en la Batalla de Chapultepec dejó una huella profunda en el país. El edificio del Colegio Militar quedó en ruinas, y los pocos sobrevivientes, como Cuéllar y Molina, fueron hechos prisioneros de guerra. Tras la retirada de las fuerzas estadounidenses y el fin de la invasión en 1848, los cadetes fueron reinstalados en el Cuartel General del Rastro en la Ciudad de México, desde donde se reanudó la actividad militar.


A pesar de las turbulencias políticas y militares que sacudieron a México en las décadas siguientes, incluyendo la Guerra de Reforma y la intervención francesa, la memoria de Vicente Suárez y de los Niños Héroes perduró.


El Colegio Militar, aunque cerrado en 1860 tras la disolución del ejército conservador, fue reabierto en 1861 por el gobierno liberal y regresó al Castillo de Chapultepec, el mismo lugar donde los jóvenes cadetes habían luchado y muerto.


El legado de Vicente Suárez, joven que sacrificó su vida por la patria, sigue vivo hasta hoy. La historia lo recuerda como uno de los héroes que, con apenas 13 años, se enfrentó a uno de los ejércitos más poderosos de la época.

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