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Los nuevos tiempos de la prensa en Puebla

Es cierto, ya no estamos en el morenovallismo cuando el espionaje y las intimidaciones a la prensa vulneraban la vida privada y trastocaban a la familia de los periodistas, sin embargo, hoy la estigmatización de los medios de comunicación ha dejado más vulnerables que nunca a quienes nos dedicamos a informar y las agresiones están más cerca de lo sospechado.


Desde el asesinato de Aurelio Campos en septiembre de 2016, el estado no ha vuelto a registrar ningún deceso, aunque sí se han presentado agresiones de otra índole contra periodistas y medios de comunicación, mismas que van desde ataques de bots, hasta amenazas, descalificaciones y golpizas; éstas últimas, regularmente por cortesía de policías municipales.


El caso más reciente, el cometido en contra de Ricardo Cavajal en Amozoc, gobernado por el morenista Mario de la Rosa Romero, enciende los focos rojos para la prensa poblana y pone al descubierto la omisión de autoridades municipales que deberían ser los primeros en proteger a cualquier trabajador que de manera lícita realice una labor en su territorio, pero que, hasta ahora, no ha sido capaz de generar un comunicado ni emitir ninguna postura en la que por lo menos condene el ataque armado.


No es un hecho menor. El tiroteo al local comercial del corresponsal de El Sol de Puebla, haya sido hecho por quien haya sido hecho, tiene una sola intención: silenciar a la prensa.

Aunque el reportero tiene una actividad alterna que es la de realizar campañas publicitarias e impresiones, a nadie se le ataca en ninguna parte del mundo por diseñar o imprimir un cartel, pero sí por evidenciar la corrupción o poner el dedo sobre la llaga de la delincuencia o trastocar intereses económicos.


Puebla es, sin embargo, solo una muestra de lo que ocurre en México, el país considerado desde hace cuatro años como el más letal para ejercer el periodismo.


Desde el asesinato de Margarito Martínez y Lourdes Maldonado en Tijuana en enero, hasta la muerte de Pedro Pablo Kumul en Xalapa en noviembre pasado, en el país han sido asesinados 13 periodistas por causas de su profesión y otros cuatro, por hechos distintos. Los datos son de la Secretaría de Seguridad Pública y la organización Artículo 19 -esa que por proteger a periodistas también ha sido calificada de neoliberal y asediada hasta en sus instalaciones-.


Cierto, en Puebla se vive una etapa diferente para la prensa, aunque esto no significa precisamente que sea más libre. Hoy las amenazas siguen llegando por teléfono y por bots, pero además, cualquiera es capaz de cometer un ataque armado frente a testigos y cámaras de seguridad, sin que alguien siquiera diga algo, ya sea por temor o complicidad...


Twitter @mecinas

 

* Los comentarios son responsabilidad exclusiva de quien escribe la columna de opinión

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