Este es Mihcailhuitl o fiesta de los difuntos en Cuacuila
Indígenas de Huauchinango presentan sus tradiciones en el Museo Nacional de Antropología
Ciudad de México. (Quinceminutos.MX).- Habitantes de la comunidad de Cuacuila, perteneciente al municipio de Huauchinango, Puebla, representaron este lunes en el patio central del Museo Nacional de Antropología el Mihcailhuitl o fiesta de los difuntos, el ritual que se realiza en esa comunidad indígena con motivo de las celebración del Día de Muertos.
La muestra integrada por oraciones, procesiones y gastronomía tradicional tiene como finalidad mostrar al público la ideología mortuoria de este pueblo indígena y dar continuidad a la tradición de origen prehispánico.
Vecinos de Cuacuila realizaron la instalación arquitectónica y museográfica de una casa tradicional de su región, dentro de la cual fue colocado el altar de muertos, compuesto por elementos como patzcalli (platillo elaborado a base de pipián y chile guajillo), mole con guajolote, tamales de alverjón, frutas de temporada (naranjas, mandarinas y plátanos); cervezas, aguardiente, cigarros, agua “para mitigar el largo viaje de los difuntos”, pan, veladoras y arcos de cempoaxóchitl: la flor de muerto.
Los arcos que rodean las orillas de la mesa, son adornados de indumentarias femeninas y masculinas entre las que sobresalen: fajas, blusas, enredos, camisas, enaguas, rebozos, sombreros, botas, morrales y machetes. La presencia de tales elementos responde a que en la cosmovisión de los nahuas de Cuacuila, en el mundo de los muertos, el difunto tiene las mismas ocupaciones que en su vida terrenal, es decir, posee una pareja, casa, parientes, compadres; come, duerme y trabaja; cumple con obligaciones colectivas y asiste a rituales.
Cuacuila, comunidad asentada en la Sierra Norte de Puebla, realiza año con año esta actividad que también es una celebración de tipo agrícola porque marca el cierre de la cosecha. Del 25 al 30 de octubre los mercados de la localidad se abastecen de flores, comida y veladoras; por lo general, los habitantes ocupan esos días para adquirir los insumos que pondrán en su ofrenda y recoger de sus huertos aquello que cultivaron durante el año: caña, jícama, frijol, maíz, calabaza o chayote.
El día 31 de octubre inicia el Mihcailhuitl (fiesta de los muertos) con el recibimiento que se hace a los niños fallecidos. Por medio de un camino hecho con pétalos de cempoaxóchitl, la familia señala a los difuntos la entrada al altar. En la puerta, es colocada una cruz o a veces dos (depende de la costumbre de la familia), en tanto que los alimentos acomodados no llevan picante.
Para la celebración del 1 de noviembre (dedicada a los muertos adultos), los altares se adornan con todos los elementos señalados, además de dulces de calabaza y chayote, frituras y caramelos comerciales. Ese día se cuelgan los ropajes en los arcos que rodean la mesa, y en el arco frontal se sujeta una cruz de madera también forrada con la flor de muerto.
Habitualmente, la gente llama a las almas por medio de oración e incienso, comen en sus hogares y por la tarde asisten al cementerio local para limpiar la tumba del difunto y ofrendar alimento.
El 2 de noviembre se efectúa el mismo ritual pero sin asistir al panteón, y entre la parentela se hace el intercambio de ofrendas. Los integrantes de una familia recogen elementos del altar y los guardan en una canasta; tapan los alimentos con una servilleta bordada y los llevan a la casa de algún pariente para hacer entrega de éstos; en reciprocidad, tienen que regresar a su domicilio de inmediato ya que habrá otra familia que otorgue a ellos parte de los productos que durante la celebración dispusieron en su hogar.
"Los muertos están entre nosotros"
El antropólogo Diego Prieto Hernández, director general del INAH, señaló que “los muertos están entre nosotros como recuerdo y presencia”, siguen perteneciendo a la familia, regresan año con año para acompañar a sus seres queridos y son parte de la comunidad.
“Los días 1 y 2 de noviembre se realiza la fiesta de los muertos, y se denomina fiesta porque celebramos que aquellos seres queridos siguen entre nosotros. Entre los nahuas de Cuacuila, la fiesta es presencia, compañía y protección, esos difuntos que se constituyen como antepasados, son los que protegen y median ante las divinidades para que la comunidad siga viviendo con bienestar”, expresó.
El titular del INAH añadió que las culturas indígenas se mantienen vigentes, “México es una nación pluricultural que se enorgullese de sus diversos pueblos originarios. Por eso, es muy importante que en el Museo Nacional de Antropología sepamos que el pasado y el presente se unen; el patrimonio es un conjunto de bienes, saberes y símbolos que siguen vivos porque nosotros les damos significado”.
Comentarios