Discurso de Barbosa entierra al morenovallismo
Actualizado: 7 nov 2019
Entre el ir y venir de políticos, empresarios, personajes públicos y exfuncionarios, el escenario estaba listo para recibir al nuevo gobernador de Puebla. No alcanzaba nadie más. Los invitados seguían llegando y con el paso de los últimos minutos los pasillos se atiborraron, hasta ya no poder entrar; pero a nadie podían dejar fuera.
Al frente, encaramados sobre unas sillas dispuestas detrás de un proscenio, estaban los diputados locales -la mayoría-, como si fueran un grupo de jurados en una corte para dar testimonio de todo cuando aconteciera en escena.
Del otro lado, dispuestos en escaños, esperaban –también- los integrantes del nuevo gabinete y al centro, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, asignada detrás de una mesa cubierta con un pedazo de tela color negro. A sus espaldas, dos pantallas blancas, una bandera de México, otra de Puebla y un ciclorama alto con el logotipo del nuevo gobierno… y nada más.
Pasaban las 13:30 horas del jueves 1 de agosto, cuando fue anunciada la tercera llamada y comenzó a escucharse la música y letra de “Hoy toca ser feliz”, del grupo metalero Mago de Oz: “Cuando un sueño se te muera, o entre coma una ilusión, no lo entierres ni lo llores, resucítalo…”. Allí, desprovisto de los amplios dispositivos de seguridad con los que contaban sus antecesores, Miguel Barbosa Huerta apareció en el escenario, apoyado por un asistente que lo acompañó al centro del Auditorio Metropolitano y luego, de regreso a saludar a los diputados locales, para finalmente tomar su lugar en la mesa de honor.
Después de los honores a la bandera, sin mayor preámbulo, el nuevo gobernante se dirigió de nueva cuenta acompañado por el mismo asistente hasta el pódium, que era instalado por el personal de manera apresurada y en cuestión de segundos.
Su mensaje fue de inclusión. Desde un inicio saludó a todos, hasta aquellos que habían llegado en autobuses y que estuvieron con él en su campaña e incluso, para quienes no votaron por él.
Sin documentos en mano y sin apuntador, habló de la pobreza, reconociendo que Puebla se encuentra entre los cinco estados con mayores rezagos en el país, y de la inseguridad en el estado. En este punto, lanzó una advertencia –palabras más, palabras menos- “quien diga que la inseguridad es cuestión de percepción, mejor que diga que no puede y se haga a un lado” y la sentencia sonó a dedicatoria.
El discurso entonado a veces como si se tratara de un sermón, dilapidó al morenovallismo acusándolo de corrupción, opacidad, mala calidad de obras, espionaje, persecución y venganza.
Barbosa Huerta, quien repetía el mismo discurso lanzado horas antes en el Congreso del Estado, reveló que recibió una deuda de 44 mil millones de pesos y de esta forma hacía añicos el mito convertido en frase por el finado Rafael Moreno Valle: “sin pedir un solo peso prestado”.
Frente al público, los diputados locales Uruviel González y Alberto Morales –colocados en la primera línea-, desencajaban el rostro y se mesaban los cabellos de vez en cuando, mientras Marcelo García, solo lanzaba miradas largas, pausadas y parecía recordar algo.
Al final, no quedó nada más del morenovallismo, porque hasta los logotipos de “Acciones que Transforman” fueron cubiertos con pegotes del nuevo régimen. Tampoco se observaron los convoyes de gobernadores de otros estados, ni los helicópteros que solían entrar y salir de la Angelópolis en eventos como este.
Los que sí llegaron, fueron personajes de la 4T y políticos como el canciller Marcelo Ebrard, Yeidckol Polevnsky, Alberto Anaya, Santiago Nieto, Mario Delgado, el exgobernador Melquiades Morales, el rector Alfonso Esparza, el arzobispo Víctor Sánchez y ocupando un lugar preponderante, Gerardo Fernández Noroña, Dolores Padierna y René Bejarano, por mencionar a algunos…
Twitter @mecinas
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