Poblana busca rescatar el trabajo que le enseñaron su madre y su abuela
Teresa Lino, se recuerda de 4 años debajo del telar de su abuela
"Si me preguntan a qué grado, no lo sabría decir, pero de los dedos de la mano, el que más aguanta el calor es este, esta es la medida”
México, 23 Mar (Notimex).- Teresa Lino lleva con orgullo una falda y una blanca blusa bordada con coloridos bordados, en la espalda, un chal de lana le cubre los años de experiencia del trabajo artesanal que desempeña, el teñido natural de lana y el confeccionado de prendas de vestir.
La artesanía, dice no es más que traer de vuelta el modo de vida de nuestros ancestros, en mi caso, señala, es al confeccionar prendas textiles con teñidos naturales, trabajo que desempeñaban su madre y su abuela, de quien aprendió además del oficio el arte de la paciencia.
Doña Teresa se recuerda a los cuatro años de edad, debajo del telar de su abuela, mirando con impaciencia la manera en la que la lana se transformaba en alguna prenda, de ella, aprendió las primeras puntadas y la manera de trabajar con la lana.
La primera prenda que ella elaboró fue “ya mayor”, a los 16 años cuando ya se había casado y “ya tenía responsabilidades”, con el tiempo se fue involucrando en los trabajos que realizaban las mujeres de Hueyapan, Puebla, de donde es originaria.
Conforme el trabajo con la lana la fue envolviendo entre sus hilos comenzó con el rescate de la tradición de bordar en su comunidad y comparte con otras mujeres sus saberes; ella, es una mujer que espera poco por la llegada del futuro, pero sabe que el trabajo artesanal es otra cosa, ese, dice, se debe hacer con paciencia y tranquilidad.
En entrevista con Notimex explicó que los colores los extrae a la antigua y comienza con la recolección de algunas plantas y materiales como el añil, el tequesquite, el alumbre y la grana cochinilla, cada uno lleva diferentes procesos de cocción y fermentado, ninguno de los cuales utiliza procesos químicos y para medir las temperaturas se vale de su dedo meñique, tal como lo hacían sus ancestras.
“Yo sigo manejando la técnica que me enseñaron mis abuelas, que es sentir la temperatura con el dedo chiquito, si me preguntan a qué grado no lo sabría decir, pero de los dedos de la mano, el que más aguanta el calor es este, esta es la medida”, comenta mientras enseña sus manos.
Tan solo el proceso de teñido de las prendas, comenta, requiere de al menos unos ocho días, “teñir con tinte natural es como un ritual, en los rituales te tienes que purificar, tienes que estar tranquila y eso es lo que implica el trabajo con tinte natural, si estás apurada mejor no tiñas porque no te sale, si estás preocupada tampoco, porque como decían las mayores ‘no le pones el amor que le debes poner a tu trabajo’.”
En Hueyapan, las mujeres artesanas están organizada por la conservación del trabajo artesanal y ella pertenece a una organización que opera desde hace más de 30 años; de ahí, conoció a otras mujeres y compartieron sus saberes.
Además, reconoció que una de las personas que promovieron el trabajo artesanal fue la maestra Teresa Pomar, dedicada a dar a conocer este arte y quien muchos años dirigió el Museo de Arte Popular que ahora lleva ese nombre.
Teresa recuerda a la maestra Pomar diciendo a ella y a sus compañeras que sus trabajos debían llevar la identidad y colores de Hueyapan, poco a poco comenzó a interesarse en las raíces de la artesanía que emanaba de sus manos, a conocer el significado de los animales que bordaba, la manera ancestral de extraer los colores de las diferentes hierbas y los secretos de su cocción.
A sus poco más de 50 años, Doña Teresa ha participado en diferentes premiaciones con la confección de prendas de lana teñidas que además llevan un trabajo de bordado con la menos cinco puntadas diferentes.
En un tomicotón, que es la prenda que cubre el torso, están todas las técnicas de bordado reunidas, con su dedo Teresa señalaba las puntadas de cruz, la antigua, el trenzado, pepenado y frontal, “en esta pieza están todas las técnicas, también mi corazón”; ella, no solo borda estas prensas sino que se sus manos salen también chales y “enredados” que son como una especie de falda.
Con el interés de los niños Doña Teresa se adentró no solo en el arte del bordado y teñido, sino en conocer a fondo el significado de todo aquello que salía de sus manos; así, como el colibrí, con el que recuerda los años en los que curaba de espanto a sus cuatro hijos pequeños con una planta del mismo nombre.
Además, se enfoca en el bordado de las plantas medicinales, comestibles y a los animales, que son los espíritus de cada persona, mientras que los árboles le devuelven la imagen de la importancia de las raíces familiares.
Los árboles y animales son todos diferentes, así, existen representaciones de árbol del clavel y del “ilite”, que por su postura inclinada es la representación de la eternidad, “nosotros al morirnos no desaparecemos, hay otro lugar, las mujeres mayores nos contaron que sus abuelas les decían que si tu te mueres te vas a un lugar muy bonito, otras nos decían que reencarnamos en animales, si tu espíritu es de águila te mueres y te vas con tu espíritu”.
La selección de los colores se hace con base en sus estados de ánimo, mientras va dando vida a las piensa en las personas que las portarán y hasta dónde llegarán, aún cuando conoce todos los pasos, lo suyo lo suyo es el teñido y aun cuando lo hace de la misma manera que sus abuelas ha experimentado en algunos procesos para sacar otros colores diferentes a los tradicionales.
“Siento alegría que puedan apreciar mi trabajo, mucha gente prefiere comprarse ropa de marca y no comprar nuestro trabajo artesanal, entonces pues me da alegría que lo estén comenzando a aceptar y nuestras piezas promueven nuestro trabajo, vemos que mucha gente ya nos conoce”.
Doña Teresa, ganó un reconocimiento por su trayectoria en el Concurso Gran Premio Nacional de Arte Popular 2018, y considera que el trabajo que realiza se debe compartir sin miedo a la competencia, simplemente por el gusto de poner en alto de su tierra, en este caso de Hueyapan.
En ese sentido explicó que las artesanas saben bien su trabajo; sin embargo, aún enfrentan problemas a la hora de comercializarlo debido a que en muchas ocasiones no valoran sus propios esfuerzos, “como hacemos nuestro trabajo como si fuera para nosotros lleva mucho detalle, y eso encarece nuestro trabajo pero es necesario revalorarlo”.