Expone catedral de Puebla reliquias por Todos Santos
Visitantes pueden ingresar una vez al año
Puebla, Mex.- Como ya es tradición, el 1 de noviembre se exponen en la Catedral de Puebla las reliquias de los santos mártires que se encuentran en la Capilla de las Santas Reliquias, y en los altares de San José y San Miguel, para que los fieles puedan venerarlas, y así admirar las obras de Dios realizada en ellos, aprender de su ejemplo y pedir su intercesión, de modo que como ellos, podamos llegar al cielo por el camino del amor a Dios y al prójimo. La Capilla de las Santas Reliquias La Capilla de las Santas Reliquias aloja restos de algunos santos mártires, particularmente en la urna central, de origen filipino. En los bustos de yeso, elaborados en la academia de Bellas Artes, contiene reliquias de los respectivos santos: san Basilio, san Sotero Papa, san Cornelio, santa Catalina de Siena, san Irineo y otros. Es importante destacar que se encuentra en esta capilla la urna con la reliquia del Beato Juan de Palafox Y Mendoza, noveno obispo de Puebla. Bajo la mesa del altar está una escultura en cera de san Florencio, que contiene huesos de este santo. Las pinturas realizados por Juan Tinoco (S.XVIII), nos recuerda el testimonio de santos como san Lorenzo, santa Úrsula, san Pedro y santa Bárbara. Reliquias en los altares de San José y de San Miguel Arcángel.
Bajo el altar de san José se encuentra una escultura de cera de san Satrapio, mártir romano de los primeros tiempos del cristianismo, que contiene algunos huesos. También está la lápida, hallada en las catacumbas de Roma. Bajo el altar de san Miguel, se encuentra una escultura de san Herculano mártir, y un ánfora que contiene restos de su sangre, así como la lápida correspondiente, hallada en las catacumbas romanas. 2 DE NOVIEMBRE CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS La muerte: puerta de entrada a la vida eterna
La muerte, dolorosa y misteriosa, es cierta, inevitable y única. Dios, creador de todo, no hizo la muerte, sino que ésta entró en el mundo, a causa del pecado cometido por los primeros humanos (Cfr. Sab.1,13) Sin embargo, Dios, en su infinito amor, quiso enviarnos como Salvador a su Hijo Jesucristo, quien con su muerte y resurrección venció para nosotros a la muerte, transformándola en el fin de la vida terrena y comiendo de la vida eterna, que consiste en participar de la vida plena y feliz de Dios. A eso llamamos “ir al Cielo”, a donde llegan aquellos que mueren en gracia y amistad con Dios.
Quienes mueren en condiciones, pero todavía con algunas imperfecciones, requieren ser purificados antes de entrar al Cielo. A esta etapa de purificación que sigue a la muerte le llamamos “purgatorio”. El 2 de noviembre recordamos a nuestros difuntos que están purificándose para entrar en el gozo definitivo de Dios.
Este día debemos hacer oración por el eterno descanso de nuestros difuntos, conscientes de que los lazos de amor que nos unieron a ellos en vida no se destruyen con la muerte, sino que, como todos los bautizados, formamos una familia, tanto los santos como los difuntos, y los vivos podemos ayudarnos unos a otros con la oración. La Cripta de los Obispos en Catedral Como ya es tradición, el 2 de noviembre los fieles visitan las Criptas de los Obispos para pedir por el terno descanso de quienes fueron pastores de la Iglesia en Puebla. Esta Cripta se encuentra bajo el Ciprés del Altar Mayor. Ahí reposan los restos mortales de 13 de los 35 obispos y 5 arzobispos de Puebla con sus nombres y leyendas alusivas a sus características biográficas. Fue el Beato Juan de Palafox Y Mendoza quien ordenó el traslado de sus predecesores a esta Cripta. Entre los obispos sepultados en este lugar se encuentran: Fray Julián de Garcés, primer Obispos de Puebla (1527-1524), Don Salvador Bienpica y Sotomayor (1790-1802), y los Arzobispos Don Pedro Vera y Zulia (1924-1944) y los hermanos Don José Ignacio (1945-1950), y don Octaviano Márquez y Toriz (1951-1975). Y los restos de los demás obispos ¿dónde están?
Los restos de los otros obispos se encuentran en diferentes sitios de la Catedral, como el caso de Don Francisco Pablo Vázquez Vizcaíno (1831-1847), sepultado a los pies del altar de san José, con la leyenda: Fieles, rogad por mi, pecador. Los restos del Venerable Ramón Ibarra y González, primer Arzobispo de Puebla (1902-1904), descansa en la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe. Algunos obispos no se encuentran sepultados en esta Catedral, ya que fueron trasladados en vida a otras sedes episcopales.