Una determinación de acero da fuerzas al Equipo de Refugiados en Río 2016
El judoka nacido en Congo pero residente actualmente en Brasil aprovecha la rueda de prensa para enviar un mensaje a sus hermanos, “a los que no he visto en años”
Los diez deportistas que forman el Equipo de Refugiados de Río 2016 pueden ser calificados de muchas cosas: maratonistas, judocas, huérfanos, perdidos, apátridas… Los diez tienen un perfil similar aunque son todos muy distintos. Todos vienen de países destrozados por la guerra, de donde consiguieron huir con el corazón roto y tras haber visto cosas horribles.
Pero su futuro ahora es otro. El deporte que practicaban ya en sus países de origen les ha dado otra oportunidad: la de participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
En una rueda de prensa el nadador sirio Rei Amis, que dejó su país con sólo una pequeña maleta, dejó al mundo bien claro que ellos llegan a la ciudad carioca con mejores armas que muchos otros deportistas. “El Equipo Olímpico de Refugiados es un equipo que no conoce la desesperanza”, explicó.
Amis está acompañado por la también nadadora siria –que reside ahora en Alemania- Yusra Mardini, así como los judocas Popole Misenga y Yolande Mabika, que llegaron a competir por su país de origen, la República Democrática del Congo, pero que tuvieron que buscar asilo en Brasil en 2013 debido a la insostenible situación que se vivía en su país.
La maratonista keniata y activista por la paz Tegla Loroupe, jefe de misión del Equipo de Refugiados, explicó que “esta iniciativa es fundamental para que el mundo se de cuenta de que los refugiados son seres humanos. Aunque sus países están rotos, su espíritu de humanidad y su espíritu de pasión por el deporte siguen vigentes toda la vida”, dijo.
“A no desesperar”
Expresar en unas pocas palabras sus sentimientos por poder participar en los Juegos no es algo sencillo para estos diez deportistas. Hablando en árabe con la ayuda de un traductor, Anis dijo: “Tenemos una voluntad de hierro, pero también nos sentimos muy tristes por las guerras que rompen nuestros países. Aun así, no nos damos por vencidos, la guerra no ha matado nuestro espíritu deportivo. Siempre me digo a mi mismo: no desesperes. No te rindas, y llegarás a la meta”.
Esa misma filosofía de no rendirse nunca es la que llevó a este joven nadador a hacer un viaje a pie cruzando Turquía, en barco hasta Grecia y luego una larga travesía hasta arribar a Bélgica, país que le dio asilo en 2015 y donde entrena junto a la campeona olímpica Carine Verbauwen.
A sus 25 años, su ídolo es el nadador estadounidense Michael Phelps, junto al que nadará en las series clasificatorias de los 100 metros mariposa, el próximo 11 de agosto. Si llega a la final, se verá las caras con la estrella estadounidense el 12 de Agosto en el Centro Acuático Olímpico.
Su compatriota siria Mardini tuvo que hacer un viaje similar para huir de la guerra, y ahora vive y entrena en Berlin en el club Wasserfreunde Spandau 04, al que quiso dar las gracias públicamente en la rueda de prensa por acogerla.
Mardini, que sólo tiene 18 años, participará en los 100 metros libres y mariposa, tiene una permanente sonrisa en la cara y muestra al mundo sus uñas pintadas con los colores olímpicos. “Nosotros ahora representamos a la mejor bandera del mundo, la que une a todos los países. La bandera Olímpica”, dijo.
“Luchar por la vida”
Popole Misenga y Yolande Mabika hablan ya en portugués, su idioma de adopción que han aprendido en estos tres años en Brasil, aunque su idioma natal era el francés que se habla en el Congo.
“Quiero hablar en portugués porque Brasil es desde hace años mi casa”, dijo Mabika, de 28 años, y que vivió un tiempo en las calles de Río, pero que nunca olvidó la fuerza y la disciplina que le enseñaron en el orfanato de Kinshasha donde se crió.
“En mi mente, seguía entrenando para no perder la fuerza. No perdí las ganas ni la ilusión, hasta que un día alguien me dijo 'mañana tienes que ponerte a entrenar de verdad, porque tienes que entrenar para los Juegos'”.
“El día que vi mi nombre entre los seleccionados para ser Olímpico lloré de alegría. Este equipo es ahora mi familia, estamos todos juntos y los llevo en mi corazón”, dijo Mabika, que no pierde la sonrisa salvo cuando se acuerda de su familia.
“Esas cosas nunca se olvidan. Cuando recuerdo algunas cosas, me entristezco mucho. No he visto a mi familia en 18 años. Pero ahora tenemos que centrarnos en estar juntos y competir lo mejor posible. Esto no se trata sólo de luchar por nuestro deporte, es luchar por nuestras vidas. Dios me ayudará porque estoy aquí para hacer historia, y voy a luchar por mi vida”, explicó a los medios.
Su entrenador es el brasileño, cuatro veces Olímpico, Geraldo Bernardes, quien ha cobijado a los dos judokas par sacarlos de las calles de Río, como ha hecho con miles de niños de favelas, entre otros a la que fuera campeona del mundo en 2013 Rafaela Silva, que creció en la favela de la Ciudad de Dios.
“Estoy vivo y bien”
Misenga, de 24 años, fue el más emotivo de la rueda de prensa, y rompió a llorar cuando se acordó de sus hermanos, a los que no ha visto desde hace años. “Ya ni siquiera sé cómo serán hoy en día, porque nos separamos hace años. Ya no consigo recordar cómo son sus caras”, dijo con lágrimas en los ojos.
Aprovechó que tenía a los medios de comunicación delante para lanzar un mensaje a su familia, en el caso de que lo vean compitiendo en los Juegos. “Pueden ver que vuestro hermano está vivo y bien. Estoy trabajando duro para un día poder compraros un billete de avión y que vengan a Brasil a vivir conmigo. Allí donde quiera que estén, les envío muchos besos y abrazos”.
Mabika competirá en judo femenino, menos de 78 kg, en la Arena Carioca el 11 de agosto, mientras que Misenga lo hará en judo masculino, menos de 90 kg, el 10 de agosto.