El diván y la pantalla | Todos los caminos llevan a casa, algunos llegan al corazón
Se trata de una película coreana dirigida por Lee Jung-hyang
La trama se desarrolla en una zona rural dentro de una colina, en donde veremos la relación entre Sangwoo y su abuela de casi 80 años.
Comienza cuando la madre del protagonista se queda sin trabajo, y no puede hacerse cargo de su hijo, por lo que lo lleva una temporada a vivir con su madre, una anciana muda que siempre ha vivido en el campo, de forma muy humilde.
La abuela no conocía al nieto, ya que siempre había vivido en la ciudad, por lo que les cuesta mucho trabajo entenderse.
Sangwoo está acostumbrado a jugar a videojuegos, ver televisión y consumir comida rápida. Está mal criado y es evidente que jamás coopera en casa, además de ser soberbio y poco cortés con los demás niños vecinos de la abuela, por lo que se vuelve insufrible a lo largo de la cinta.
La abuela intenta por todos los medios entenderlo y complacerlo para ganarse su simpatía, pero es casi imposible.
Él pide pollo Kentucky, ella compra un pollo y se lo prepara; él se muestra humillante y poco agradecido, al no ser lo que esperaba.
Ella guarda silencio, se muestra humilde y compasiva todo el tiempo. El personaje de la abuela es la representación de la naturaleza y la vida apacible; el nieto es como la vorágine y la impaciencia de la ciudad atropellada por la prisa, el consumismo y el estrés.
Los valores de abuela y nieto evidentemente son muy distintos y nos permiten ver las culturas y el abismo entre los dos.
El niño proveniente de una generación de pequeños ególatras y superficiales, ensimismados con la tecnología, mientras ella está centrada en la vida simple y conectada con la naturaleza. Es una mujer profundamente sabia, que nunca se enfrentará a Sangwoo, a quien le permite que luche por sus principios y su terquedad, al grado que, de tanto ser empática compasiva y positiva, consigue que él vaya encontrando sentido a estar ahí y halle un lugar.
La cinta tiene muchos episodios muy conmovedores: una abuela inocente, bondadosa, amorosa y que aparentemente tiene pocos recursos emocionales y lingüísticos, pero que es capaz de usar el lenguaje del amor y de la tolerancia para hacer entender a su nieto que hay muchas formas de vivir y ser feliz, y que hay que estar agradecidos con la vida.
Una película que hay que ver si de valores se trata, si de reflexionar en el cómo vivimos y qué valoramos en las vertiginosas vidas cotidianas de las ciudades y de las no tan ciudades hoy en día, y claro si de reflexionar en el rol de las abuelas, de esas verdaderas abuelas que siempre están dispuestas a dar amor y compartir sus experiencias desde el lugar donde las cosas se sienten y se dan.
Si no puede conseguirla en video, hay versiones completas en Youtube para acercarse a este estupendo filme.