Papa implora fin a todo proyecto de terror tras atentado en Niza
Bendijo a una multitud de más de 30 mil reunidos en la Plaza de San Pedro
Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco imploró que se disperse “todo proyecto de terror y de muerte”, para que ningún hombre “ose nunca más derramar la sangre del hermano”, tras manifestar su solidaridad con Francia por el atentado del jueves en Niza.
Tras bendecir a una multitud de más de 30 mil personas, congregadas en la Plaza de San Pedro para el rezo del Angelus dominical, mandó “un abrazo paterno y fraterno a todos los habitantes de Niza y a toda la nación francesa”.
“En nuestros corazones está vivo el dolor por la masacre que, la noche del jueves pasado, segó tantas vidas inocentes, incluso tantos niños. Estoy cercano a cada familia y a la entera nación francesa en luto”, dijo, asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano.
“Dios, padre bueno, reciba todas las víctimas en su paz, sostenga a los heridos y consuele a los familiares. Y ahora todos juntos recemos pensando en esta masacre, en las víctimas, en los familiares. Recemos primero en silencio”, agregó, hablando en italiano.
Entonces bajó la vista y mantuvo unos instantes de recogimiento antes de pronunciar en voz alta, junto a los presentes, la oración del Ave María.
Con mensajes escritos, uno de ellos en la red social Twitter, el Papa ya se había pronunciado contra la “locura violenta” del camión asesino en Niza, que en su carrera fatal por el malecón lleno de gente dejó 84 muertos y más de 200 heridos.
Durante el Angelus, Jorge Mario Bergoglio también reflexionó sobre la hospitalidad, una virtud “verdaderamente humana y cristiana” que en el mundo de hoy corre el riesgo de ser descuidada. Advirtió que actualmente se multiplican las casas de internación y los hospicios, pero no siempre en estos ambientes se practica una real hospitalidad.
Lamentó que las instituciones atiendan muchas formas de enfermedad, de soledad, de marginación, mientras cada vez es menos la probabilidad para quien es extranjero, marginado, excluido, de encontrar alguien dispuesto a escucharlo.
“Incluso en la propia casa, entre los propios familiares, puede ocurrir que se encuentren más fácilmente servicios y cuidados de vario tipo que escucha y acogida”, constató.
“La virgen María, madre de la escucha y del servicio premuroso, nos enseñe a ser acogedores y hospitalarios hacia nuestros hermanos y hermanas”, apuntó.